Materiales y acabados en mármol

Este acabado se consigue al picar mediante una bujarda una superficie lisa, de piedra o de hormigón. Es uno de los más tradicionales. Nos aporta una superficie que luce rugosa y homogénea, con cráteres que aclaran el tono de la pieza. Se puede llevar a cabo en granitos, calizas, mármoles, y areniscas.

Este acabado se realiza a través de la abrasión con piedra pómez o un similar, como si se puliese pero sin llegar al brillo. Así conseguimos una superficie lisa pero mate. Es para piedras compactas y que presenten un mínimo de dureza, pero que no admiten el pulido. Puede llevarse a cabo mediante máquinas o manualmente.

Este acabado es un tratamiento térmico que se aplica en la superficie de la piedra, siempre aplicándolo en grandes superficies y no en bordes o ángulos. Gracias a este tratamiento que emplea unas altas temperaturas conseguimos una superficie con un cierto relieve, rugosa, que está algo craterizada y vítrea, pero sin cambiar el color.

Este acabado se refiere al impacto de la arena a grandes velocidades contra la superficie que queremos tratar. Se emplea para eliminar óxidos, pinturas en mal estado y otras corrosiones. También es el acabado superficiel de revestimientos.

La arena es un producto fácil de conseguir y barato, pero a la hora de emplearla para estos acabados hay que sustituirla cada una o dos proyecciones, además si empleamos arena de origen marino deberemos lavarla y secarla para evitar sales. Es importante tener en cuenta que se debe seleccionar cuidadosamente la granulometría.

Este acabado es brillante y liso, y resalta al máximo el color, la textura y la estructura de la piedra. Gracias al pulido conseguimos mayor resistencia en la pieza, se aplica en mármoles y granitos ya que son rocas compactas. También se puede ejecutar como acabado en los pavimentos que son de microcemento.

Hoy en día se emplea el abrasivo diamantado, con el cual conseguimos resultados increíbles en menor tiempo y menor esfuerzo.